Carga tus pilas con polen

Repleto de vitaminas, minerales y aminoácidos, este nutriente es un energizante natural. Descubre las propiedades del alimento más proteico de la colmena. Carga tus pilas con polen Polen. Esos granitos dulzones que se desprenden de las anteras de las flores y constituyen el órgano sexual masculino en la reproducción de las plantas con flores. ¿Te suena? No lo vas a poder creer, pero ese minúsculo granito es oro en polvo para tu cuerpo. Toma nota de sus beneficios.

Energía pura
Los fanáticos del polen dicen que hay un antes y un después, y la imagen que traen a la memoria es la de Popeye después de comer las espinacas que tanta «polenta» le daban. Claro que el polen es mucho más que un energizante natural.

Tiene propiedades vigorizantes y desintoxicantes: a las pocas semanas de tomarlo, te sientes con más energía.

Aumenta las defensas del organismo: es muy recomendable en dos momentos del año en los que el sistema inmunológico decae: otoño/invierno (se previenen resfríos y gripes) y fin de año (alivia los síntomas del cansancio y la falta de fuerza).

Incrementa el rendimiento muscular: también el umbral de fatiga, y si practicas deportes exigentes, éste no es un dato menor.

Ayuda a regular el apetito y, además, a mejorar los problemas intestinales.

Es eficiente en casos de alteraciones nerviosas: especialmente el estrés, que es cuando el sistema nervioso se agota y debilita con facilidad (es decir, cuando pierdes los estribos por cualquier cosa).

Es un buen tónico cardiovascular: mejora la resistencia de los vasos sanguíneos.

Mejora gripes y problemas urinarios: gracias a la cernitina, uno de sus principios activos.

Es rico en aminoácidos: tiene 22, y aporta los 8 aminoácidos esenciales que el organismo necesita.

Contiene vitaminas del grupo B, entre ellas, la B12. Además, aporta vitaminas como la E, D, K y A y minerales como potasio, magnesio, sílice y fósforo.

El principio de la vida
Te estarás preguntando cómo puede ser que algo aparentemente insignificante pueda tener un potencial tan grande. No es para menos: la polinización es la función más importante y vital que las plantas realizan para fecundarse y reproducirse. En este proceso, el polen (elemento masculino de las flores) llega a los ovarios de las plantas femeninas. Su función es generar nuevos frutos y semillas, y es precisamente allí donde radican sus extraordinarias virtudes nutrientes y terapéuticas. El polen contiene toda la información y la fuerza para desarrollar una nueva planta. Pero el proceso no termina ahí: el polen es recogido por las abejas, que lo enriquecen con sus propias secreciones y lo transportan desde las flores hasta el panal en una bolsita que tienen en sus patas traseras. El polen es la fuente de proteínas en la alimentación de la colmena.

Un dato digno de admiración: para transportar un kilo de polen al panal en un solo día, se necesita el trabajo de unas tres mil abejas obreras, siempre y cuando cada una realice veinte viajes. Qué gran esfuerzo el que nos regalan.

Lo que hay que saber
Antes de comenzar a consumirlo, tienes que conocer algunas cuestiones básicas.

– Como pasa con la miel, el polen puede variar su aroma y sabor de acuerdo con la zona en que fue «cosechado». Las flores del lugar dejan su impronta, y en ocasiones puedes descubrir olor a eucaliptos en tu polen; otras, un sabor dulzón, pero también puede ser un poco amargo (si el polen proviene de zonas arboladas de pino).

– Siempre es recomendable consumirlo por la mañana (si es en ayunas, mejor). Una cucharada sopera por día. ¿Cómo? Si lo agregas al licuado o al jugo de frutas, vas a sentir un sutil sabor a miel. Espolvoreado sobre los cereales o granola, es delicioso. También puedes llevártelo a la boca solo: no tengas miedo, que es rico. Si no te atreves, prueba mezclándolo con un poquito de miel o con un poquito de agua fría.

– Es aconsejable elegir un polen que presente diferentes tonos de gránulos en el mismo envase. Eso indica que fue producido a partir de varios tipos de floración, lo que nos garantiza su mayor riqueza.

– Para preservar su gran potencial, debe estar alejado de fuentes de calor, de la humedad y de la luz directa. Lo ideal es ponerlo en un frasco de vidrio herméticamente cerrado, en la heladera o en una alacena fresca.

– En casos aislados, produce alergia. ¿Cómo saber si eres alérgica al polen? Toma unos días y observa las reacciones de tu cuerpo. Si te produce rinitis, irritación en las mucosas, urticaria o algún otro malestar, no es para ti. Pero no creas que porque te lloran los ojos en la primavera o te producen alergia algunas plantas eres alérgica al polen. Nada más alejado de la realidad.