Hamburguesas y comida refrigerada

Se presenta un amplio panorama del verdadero problema que representa comer hamburguesas, más por las combinaciones de los acompañamientos o de ingerir jugos o zumos de frutas, por más que la publiciada asevere que no tienen pérdida de vitaminas. Hamburguesas y comida refrigerada

La comida rápida en general, hamburguesas y perritos o perros calientes, como se les conoce en algunos países o sencillamente hot dogs,  en particular no tienen muchas más grasas si se los compara con otras carnes.

Parte del problema es que las personas no se comen sólo una hamburguesa normalmente, sino que a veces pueden ser dos o si es una sola es acompañada de adiciones como queso, bacon o tocineta, champiñones,  guacamole, o salsa napolitana o cualquiera otra salsa, unida además de refresco y patatas o papas fritas, cuando no le agregan un helado.

Los refrescos tienen un elevado contenido en azúcar y las patatas tienen gran cantidad de aceite, lo cual convierte a la hamburguesa en una comida muy poco equilibrada, rica en sal, grasas saturadas y azúcares, que además no dejará mucho margen en el día para compensar los desequilibrios que ella produce.

Si a este panorama se le une la frecuencia con la que la mayoría de las personas acude a este tipo de establecimientos y de comidas, genera entonces un verdadero problema alimenticio. A esta comida además se le adicionan las salsas, ya sea de tomate, por llamarla con su denominación genérica, que es tomate al que se le agrega azúcar y otros ingredientes y aun cuando en principio no se prohíbe en las ditas, su consumo en exceso es erróneo.

Lo mismo se puede decir de la mostaza, pero en cambio la mayonesa si es un alimento rico en grasas que dispara automáticamente el valor energético del menú.

Por eso traemos a colación el comentario de muchos nutricionistas reconocidos, que sostienen que se puede comer de todo y que en principio hay que comer de todo, pero con moderación.

Jugos frescos, refrigerados y comerciales

Muchos de los jugos o zumos de frutas que se expenden en las áreas de los refrigerados en los supermercados, suelen crear una idea no muy clara a través de la publicidad de que contienen el mismo valor vitamínico que los jugos recién elaborados con fruta fresca, lo cual desde cualquier punto de vista es completamente imposible.

Desde el mismo momento en que se exprime la fruta,  las vitaminas comienzan a perder sus propiedades y eficacia. Las sensibles al oxígeno, como la vitamina C, se oxidan muy gran  rapidez y facilidad, por lo que se asume que la pérdida es mínima.

En cualquier caso la pérdida de vitaminas es mayor a la que puede obtenerse en casa.
Aunque se recomienda la ingesta de fruta fresca y jugos naturales, hoy existen zumos de una excelente calidad nutricional y sin azucarar, por lo que pueden usarse moderadamente aunque no como sustitutos de la fruta entera, ya que ésta aporta otras muchas sustancias beneficiosas, como fibra y ácidos orgánicos.